Alerto: post largo... y con un agregado final que surgió a última hora que nada tenía que ver con el motivo del post, pero que quise compartir con ustedes.
Cuando vivía en Caracas, tuve una temporada en la que tenía que salir muy temprano de casa y tomar el primer metrobus del día. A horas tan tempranas, yo suponía que la gente vendría dormida, con cara de sueño o simplemente hostiles por tener que madrugar.
Pero no. Para mi sorpresa, la gente venía conversando, riendo y ví que cuando se iba montando la gente en las sucesivas paradas, se saludaban efusivamente!
- Jesús! cómo andas?
- Muy bien! tenía dos días sin verte! yo sé que los lunes sales tarde, pero ayer me pareció raro no verte por aquí, qué te pasó?
- Coño, es que estuve enfermo y pedí el día... Sra. Ana! cómo me le va?...
Todos se conocían y se saludaban y preguntaban por sus vidas, por el hijo enfermo, por el problemita en el trabajo, etc. Y yo no entendía, porque en los buses que solía tomar, la gente apenas si se habla.
Luego de varios días tomando el mismo bus, a la misma hora, comprendí que eso era lo que justamente había creado esa camaradería: a esa hora, los pasajeros eran pocos y siempre los mismos! y al llevar tanto tiempo compartiendo ese espacio, pues normal que se creara ese tipo de rara amistad. Un patrón, generado por un autobús, que lograba estas relaciones.
Todo este cuento viene porque hace días me puse a hacer una lista de las cosas que con una precisión casi absoluta, veo cuando voy a clases en Barcelona.
- Cada miércoles salgo del apartamento a las 6.30 y acomodo la alfombra de la puerta, que la mueven para limpiar tempranito. Y sé que en las últimas semanan han cambiado el horario, porque la consigo en su lugar, jeje.
- Llego a la parada del bus. Veo como sale un señor (siempre el mismo) de la panadería con una barra de pan en la mano. Unos minutos después llega una chica bajita y con una mochila inmensa. Nos damos los buenos días.
- Llega el bus. Dejo que la bajita pase primero, saludo al conductor y entro.
- Siempre en el mismo sitio (primer puesto de la izquierda) está sentado un señor mayor, gordo, con un gorrito (que supongo que con la llegada del verano no lo usará) y que siempre saludamos con cierto cariño (como en el metrobús). Hay otras personas en el bus, pero ya verán por qué él no pasa desapercibido para mí.
- Siguiente parada, se monta una señora mayor, saluda a todos y se sienta al fondo del bus.
- Siguiente parada, la pasamos de largo, rara vez hay alguien.
- Siguiente parada, se monta una señora de rasgos latinos.
- Siguiente parada, es la estación de tren. Nos bajamos la bajita de la mochila, un señor bastante mayor y yo. Lo cómico del asunto es que ninguno de los tres ha pedido la parada: lo hace el señor simpático del gorrito! él no se baja, pero se despide de nosotros.
- Compro el periódico, valido mi ticket, me tomo un cortado (en Venezuela, sería como un marrón pequeño) y me como un croissant simple.
- Me pongo en el andén a esperar el tren más o menos en el mismo sitio siempre y me consigo siempre con una flaquita con tan mala cara, que no me atrevo a darle ni los buenos días.
- En el tren me leo el periódico completico y cuando me lo termino, ya llegando a mi estación, me pongo el iPod.
- Ya en Barcelona, en la estación de metro donde debo bajarme, lo hago por el extremo más lejano del Hospital, porque esa parte es más bonita, porque tiene una frutería donde me paro a comprar mandarinas (cuando es temporada), porque entro por la entrada principal del hospital que es una belleza y no por la entrada de Urgencias, porque en esa entrada me dan un periódico de distribución gratuita que se llama 20 minutos y llego al servicio media hora antes que todo el mundo, tiempo suficiente para comerme un yogurt y leer el periódico.
Por cierto, las primeras veces que caminaba esta parte, el iPod (que siempre lo tengo en shuffle) me regalaba buena música: Cualquiera de Ensamble Gurrufío, La Hora del Destino de Fito, I feel good de James Brown... pero nunca se me olvida, que en mi primer día solito (Rigo me acompañó el primer día de clases, así que me refiero al segundo día de clases) iba algo nervioso y en mi iPod empecé a oir... "Here's a little song I wrote, you might wanna sing it note for note... Don't worry, be happy...". Y desde ese día mantengo la sonrisa!
Publicadas por
Otto
a la/s
10:56 a. m.